Like a rolling stone

6:29 p.m.



Hoy abrí los ojos alrededor de las siete de la mañana. Con la vista pegada en el techo, imposibilitado de hablar con mi novia que se encontraba cobijada en el mundo de los sueños, me dispuse a conectarme desde mi cama con la realidad. Prendí el televisor para la ingesta matutina habitual de gente sufriendo o reclamando injusticias, corrupción y el popular pan con sangre que sirven como desayuno los noticieros. Apagué el aparato y recurrí a un lugar más feliz, pero no menos quejumbroso a través de mi teléfono celular. En Twitter encontré la indignación popular: Bob Dylan era el Nobel de literatura de 2016. Pensé que la publicación surgía del ingenio de los amigos del “Panfleto”, pero la duda aún me tenía al borde del colchón. Prendí nuevamente el televisor y seguí dudando, ya que no se habló nunca de esa noticia. No me quedé satisfecho al recordar que dentro de esa caja a nadie le importa hablar de ese tipo de cosas.

Regresé a Twitter, y lo constaté en diversos links. Volví al techo de la habitación y no supe qué pensar.

Tomé la acostumbrada taza de leche chocolatada y una vez despierta, mi novia y yo nos fuimos a la oficina a enfrentar lo que la vida nos pusiera en el camino de nuestra rutina en la agencia de diseño y publicidad.

No he podido sacar a Bob Dylan de mi cabeza. No soy un admirador y no quiero hacerme el bacán contándoles que he oído sus discos. Sí les puedo comentar que algunas veces hemos hecho música juntos: el con su voz y guitarra a través de mis audífonos y yo con la percusión de mis teclas mientras veo mi monitor.

Sé que muchas personas están indignadas y piensan que el Nobel ha tomado un rumbo negativo con esta decisión, sin embargo, aún sin saber con certeza que debo pensar yo del tema (tomen en cuenta que soy nuevo en el patio de juegos de la literatura), creo que esta noticia tiene un lado positivo. Todos están hablando del premio Nobel de literatura, gente que incluso no había tocado el tema desde Mario Vargas Llosa. Algunos “cultileídos” indignados han comentado cuáles escritores eran sus candidatos y esa creo que es una de mis cosas favoritas, ya que nos están haciendo conocer a los demás sobre autores de los que quizá nunca hubiéramos sabido.


No descarto la posibilidad de revisar con más precisión a Bob Dylan, en lugar de criticar a ojos cerrados, o solo conocer los motivos del comité del Nobel. Ya casi nos perdemos del talento de Neil Gaiman porque unos cuantos lo quisieron tachar como escritor por dedicarse durante una etapa de su vida a trabajar en el mundo del comic. La verdad no quiero perderme de algo que quizá aún no entienda.

Daniel Collazos Bermúdez

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