Retírate, Moloch - por Ki

3:44 p.m.


Del autor con el seudónimo "Ki" sabemos muy poco. Lo que tenemos en alguna red social es la fotografía de un enigmático ojo que aparenta haber visto mucho (quizá desde alguna parte, también nos observa leyendo estas lineas). Sus historias ya nos inquietan en las redes y en su sitio web. Aun así, me aventuré a tomar contacto y solicitarle un relato para este blog. Soy terco y me gusta caminar por las cornisas. Esta vez, los invito a acompañarme a andar por los bordes de sus palabras e intentar no caer al precipicio.



Retírate, Moloch
Un relato de Ki

“Retírate, Moloch. Nosotros no te daremos a nuestros hijos para que los devores”. Aquellas palabras me rondaban como una letanía obsesiva, casi podía sentir su latido cadencioso en espiral dentro de mi cerebro. No supe dónde las había oído, ¿quizás en algún sueño? Aferrado a ellas, sin tener la menor idea de lo que significaban, me distraje por un momento del mundo real. Y de pronto, sin previo aviso, apareció el monstruo.

Estaba bajando las escaleras cuando lo vi en el pasamanos. No llegué a tocarlo. Casi fue peor retirar la mano a tiempo, verlo sin llegar a rozar aquellas alas gruesas y negras desplegadas como libro abierto, aquel cuerpo abotargado cubierto de suave lanugo gris. Quedé clavado en el suelo, incapaz de desenganchar la mirada de aquella mariposa nocturna prendida en la barandilla. Tenía el tamaño de mi mano, y mi mano no es pequeña.

Solo fui capaz de retroceder escaleras arriba. “Motefobia”, así se llama mi terror. No discuto el milagro que significa en la naturaleza la metamorfosis, pero no soporto los monstruos. Temo a las mariposas desde que era niño, y a las polillas más aún.

Como digo, escapé. Me encantaría decir que emprendí la huida hacia delante, pero fue totalmente al contrario: tuve que caminar hacia atrás y escorándome de lado como un cangrejo, sin quitarle ojo de encima a la efigie de la muerte sobre el pasamanos. Verla quieta era insoportable, pero era aún peor imaginarla de pronto volando y, en un chasquido de dedos, llegando hasta mí.

Volví a mi piso- el quinto- y una vez allí, atrapado, tomé el ascensor, huyendo también de las miradas de soslayo que me lanzaba la portera (qué vergüenza), quien acertaba a estar fregando el rellano sin reparar en el monstruo.

Las puertas del ascensor se cerraron con un chasquido, y yo suspiré de alivio. Pero poco me duró la sensación de estar a salvo, porque allí mismo, frente a mí, pegada al espejo del habitáculo, había otra mariposa negra más grande aun que la de las escaleras.

Tuve que morderme el labio con tanta fuerza que sangré, mientras pegaba mi cuerpo a la pared opuesta. Por nada del mundo quería gritar y despertar al monstruo de su letargo. Juro que recé para que se fuera (“Retírate, Moloch”).

Cabe mencionar que odio un poco los ascensores, y los espejos para qué decir. Quizá estos son también los flecos de antiguos temores de infancia, cicatrices que se activan y vuelven a abrirse cuando hay monstruos. Sentí que me faltaba el aire.

Salí del ascensor jadeando cuando este por fin llegó a la planta baja. Debía de estar pálido como un espectro, pues la portera –que había aparecido allí casi como por arte de magia- me preguntó si estaba bien. Ella sonreía de un modo perturbador.

Mientras aceleraba hacia la puerta del portal, presto a abandonar el edificio como alma que llevara el diablo, alcancé a ver un tercer monstruo. Otra mariposa de muerte, más grande aun que las otras dos, esta clavada con un alfiler en el arco que delimitaba la portería. Mis piernas flaquearon y se volvieron de mantequilla, y me di cuenta con pánico de que no podía moverme. Se me paró el corazón.

Moloch devora niños. Lo hace desde tiempos inmemoriales, y no importa la edad que los niños tengan. Moloch devora niños que odian y tienen miedo, o miedos con nombre propio; miedos corpóreos con identidad, con poder. Y tú, ¿a qué tienes miedo?




Twitter: https://twitter.com/Estylarene

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1 comentarios

  1. Genial este relato. Conozco muy bien las letras de Ki, es un maravilloso escritor. Me ha encantado el terror que se respira desde el inicio de la historia; y el final, como una profecía que aparece de la nada y queda en suspenso. 👏👏👏👏👏

    Judith

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